miércoles, 9 de abril de 2014

Atormentadamente incongruentes

                                                                                                                                              
 07 de abril de 2014
 
La voz de la experiencia
Gonzalo Bernal
 
Atormentadamente incongruentes
 
Cada acción que realizamos es un voto a favor de una idea que modela las sociedades y los asentamientos en que vivimos. Darnos cuenta de esto es enfrentar nuestra responsabilidad como ciudadanos, lo cual conlleva necesariamente ser coherentes entre lo que pensamos y lo que hacemos. Cumplir con este compromiso  con uno mismo puede parecer fácil y hasta evidente, pero si se analiza con mayor profundidad podremos descubrir que no es así.
 
Hemos decidido votar a favor de la metropolización de nuestra ciudad en base al establecimiento de industrias trasnacionales. Lo hemos hecho cuando formamos a los jóvenes para ocupar los puestos más bajos y peor pagados de estas empresas,  cuando especulamos con los extranjeros que están llegando y permitimos que se aglomeren en fraccionamientos cuyo contacto con la mancha urbana es mínimo, cuando compramos productos importados o productos locales a un precio que favorece a los grandes supermercados foráneos. Si bien apoyar estas conductas no es la única forma de integrarse al mercado local, sí es una de las más importantes económicamente. Las pocas oportunidades laborales nos han orillado a elegir el beneficio personal sobre el bien común, sobre una urbe que nos ofrecería una mejor calidad de vida en la que podríamos respirar aire limpio, ahorrar más dinero, caminar o andar en bicicleta de manera segura, tener una mejor alimentación apoyando al mismo tiempo a los productores locales, activarnos físicamente, reducir el tiempo de nuestros traslados, tener un transporte público decente.
 
Definitivamente, rechazar la dispersión de los asentamientos urbanos es una decisión inteligente, pero se aleja de volverse realidad si con nuestras prácticas respaldamos lo contrario, si no somos consistentes. Sabernos incongruentes puede resultar en una conciencia atormentada e ignorar las implicaciones  de nuestros actos sobre la sociedad en que vivimos es con frecuencia sinónimo de tranquilidad. ¿Qué es preferible? Depende de cada uno de nosotros.
 
 
 
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